¡Hablemos de Literatura infantil!

"Para que un maestro logre mostrarse como un apasionado de la literatura, tiene que ir más allá de saber la asignatura, desbordar el currículo y los libros de texto, atravesar las fronteras de la escolaridad"

Fernando Vasquez

sábado, 24 de marzo de 2012

¿Qué avatares exigiría la enseñanza de la LIJ? ¿Qué ventajas y desventajas traería el asumir alguno de estos avatares?

Como dice el autor  en el documento “No hay una única manera de ser maestro, la piel del maestro está en constante transformación”. Es decir hoy en día la educación requiere de docentes que estén dispuestos a asumir diferentes facetas dependiendo de la diversidad de estudiantes y la situación educativa que se le presente.
 La enseñanza de la LIJ exige los siguientes avatares:
Maestro como partero: Para la enseñanza de la literatura se requiere de un docente que potencie el sentimiento de la capacidad e interés por alcanzar nuevas metas y desarrolle las condiciones necesarias para  despertar la motivación  de todos sus estudiantes  hacia ese mundo maravilloso que nos ofrece los textos infantiles, pero debe ser cuidadoso en no proporcionar todo para que su estudiante no piense.
Maestro como  brújula o estrella polar
Para la enseñanza de la literatura infantil es necesario un maestro que guie y oriente de acuerdo a su experiencia, este debe propender a sensibilizar y acercar afectivamente a los niños a las obras literarias de todos los géneros y de todos los tiempos haciéndoles gustar  y  comprender su belleza y sus estructuras; pero para este fin  el docente debe tener muy buen conocimiento literario y sentido crítico.
El maestro como sembrador
Para cultivar el gusto por la lectura se necesita de un maestro sembrador, pero se debe ser cuidadoso porque no todos los alumnos tienen la misma oportunidad de relacionarse con los libros en  su contexto sociocultural entonces el maestro al querer inculcar al el gusto por la literatura de una forma impositiva termina aburriendo y desmotivando a su alumno.
El maestro como anfitrión que ofrece un banquete.
Pienso que un profesor que inicia a sus estudiantes en la literatura debe ofrecer un buen material para que ello elijan según sus gustos e inquietudes, también según la edad y el contexto que le rodea pero sin caer en la flexibilidad dejando que el estudiante elija obras que por lo regular no le cueste mucho interpretar; más bien se debe involucrar a los niños y jóvenes con obras que les exija un trabajo mental mayor y que se acerquen a su realidad regional y cultural.
El maestro como actor
Cuando se desea enseñar el amor de algo y en este caso por los libros, el maestro también lo debe demostrar con sus gestos, sensibilidad, seducción, tragedia, felicidad y pasión para que el niño se compenetre, sienta que quiere aprehenderlo todo la obra que el maestro le ofrece.
El maestro como puente o escalera
Para enseñar libros con una calidad literaria más compleja se debe ser mediador para guiar la interpretación que los estudiantes les den, y saber hacer una buena transposición didáctica es decir de un ser capaz de poner en un lenguaje accesible obras con lenguajes más complejos.
El maestro como oráculo
Se necesita crear en los estudiantes el reconocimiento de la insuficiencia que poseen  sobre la literatura, propiciando  en ellos la carencia y la reflexión para conocer mucho más y poder actuar con autonomía. 

¿Proporciona usted otro avatar común en la enseñanza de la Literatura para niños y jóvenes?
En la enseñanza de la literatura infantil el profesor debe establecer un contacto con los estudiantes, que solo se revela como positivo si el docente se sumerge en el mundo de estos.
Para un profesor que está al servicio del niño es fundamental acompañar a los alumnos, pero no debe ahogar su  originalidad ni tampoco debe dejarlos solos.
El profesor debe estar al tanto de que es lo que le interesa a su estudiante  y como aprende mejor

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